sábado, 22 de octubre de 2011

Distrayendo al cocinero. Hoy: La cocina y el barro.

Queridos amigos del Fogón, traigo hoy una nueva sección en la que aglutinaremos todo aquello que genere debate, sirva como información o distracción de la más común tarea que solemos llevar a cabo como blog gastronómico y conforme lo que llamamos con esa tontuna que me caracteriza, la Gastrónica. Teoricemos, pues, y así vamos haciendo hambre.
El hombre y la tierra, aparte de que ahora mismo nos suene en los cerebros la tonadilla de Felix Rodríguez de la Fuente, son la relación más básica de la historia de la Humanidad. El primer alimento que prepara un individuo humano desde que el tiempo es tiempo, es una croqueta con tierra mojada -barro, claro- y se la come. Por supuesto, escupiéndola después, puesto que uno es un niño, pero no idiota.


Después, ese individuo que somos todos los seres humanos de la Historia, aprendemos, que labrando la tierra, crecerán en ella berzas, cebollas, nabos y toda clase de manjares y lindezas que llevarse -ahora si- a la boca. La patata no la incluyo, porque para un 75% de la Humanidad es un alimento que no llega a los 700 años de historia; y en cuanto al hecho de que estos manjares compongan uno mayor acompañando un chuletón o un buen estofado de venado... no es el tema hoy.

Si hacemos un salto en la Historia, descubriremos el dominio adquirido por la especie para conseguir hacer dos acciones que aprendió para comer, en pos de una tercera que mejore la experiencia alimenticia. Usar el amasado del barro (sin comerse lo amasado) y el horneado o paso por el fuego (sin que sea un alimento) para conseguir elaborar recipientes y vajillas en las que lograr que la experiencia de comer se pueda hoy, pasado el tiempo, estudiar como ciencia en un Universidad (sí, ya hablaremos de ello en un próximo capítulo de esta sección).
Como bien comenta un amigo en tono jocoso, qué importante son las cosas bien hechas, bien presentadas, con su cazuelita de barro...

Si os cobran por una sopa de ajo, ahora que llegan los fríos, y no os la sirven en barro, como se debe... tenéis derecho a escupir al responsable a la cara con desprecio, que lo sepáis.

Pero, a día de hoy, que entendemos que un plato de judiones de La Granja o un buen cochinillo asado se merece y necesita del chirriar del cubierto en el plato de barro cocido, o que sabemos apreciar un sorbo de infusión o café poniendo los labios en porcelana, frente al cristal o la loza... ¿Qué más aporta hoy la arcilla a nuestro mundo gastrónico?.

Hace unos días, se obsequió a mi arsenal de útiles de cocina, queridos amigos, con un nuevo afilador. Imagino por bien sabido por todos, que al igual que cualquier creador debe tener sus propias herramientas y gustos para ellas, en mi caso, los cuchillos son algo esencial, y por lógica, el afilador. Sabiendo que la sacrosanta Ikea gozaba de buenos y asequibles útiles, lo que no me esperaba es que existieran afiladores de cerámica.
Lo primero es pensar... ¿cómo narices puede un pedazo de barro cocido afilar un cuchillo de acero? Y, amigos, vaya si afila. Conocía la existencia de cuchillos cerámicos y sus propios afiladores, pero no de afiladores de cerámica para cualquier tipo de cuchillos. De los cuchillos, podríamos pensar que es más lógico, puesto que si somos capaces de que nos duela más el corte que nos hace un folio en la piel, que el de un buen filo... (quisiera ver vuestras empíricas caras, con la grima que os ha dado imaginaros el corte del folio, jajaja) no deja de ser una herramienta totalmente útil y usada desde los tiempos prehistóricos en que el sílex era más peligroso que la piedra que lo tallaba.

                          
Por concepción, el afilador o el cuchillo cerámico, debe ser más ecológico, natural e higiénico que el acero o cualquier metal. Pero, su cerámica eficiencia se ve lastrada por el hecho de ser capaz de cortar en dos el lomo de un cerdo de un solo corte, o acaso afilar la Tizona del Cid Campeador hasta que sea capaz de cortar un café de un mandoble... por el triste hecho de que como se te caiga de la encimera, la cagaste Burt Lancaster.
Por eso debió ser que tras la Edad del Hierro y la Edad del Bronce, no vino la Edad de la Porcelana, que nadie se imagina a Arturo sacando la mítica Excalibur Porcelanosa de la roca, y que estando sudada de todos los esfuerzos de anteriores caballeros, se le resbale y a tomar por saco el mito artúrico...

Y llega ahora, para los sofisticados tiempos que vivimos, que esa Edad de la Cerámica, se regala asequiblemente en los cupones de la prensa, para que probemos todos el último grito: la batería de sartenes de cerámica que nos comienzan a invadir. Sin olores, sin que se pegue, sin que puedas apilarlas y hacer estruendo para sacar la de hacer los huevos fritos de uno en uno, porque como se te caiga del cajón... leches. Sí, como véis, ni de las sartenes ni del cuchillo cerámico me tengo aún por partidario. (Nunca digas nunca jamás: señores fabricantes, atosíguenme con muestras gratuitas a ver si son capaces de doblegar mi juicio).

Y, lo que seguro que no sabían ni se creían, es que ahora. Sí, en pleno siglo XXI, volvemos a indagar e innovar en el futuro de la creación gastronómica... para volver a comer barro. Como cuando éramos peques.
En mi de momento no muy extensa -pero por falta de espacio- biblioteca gastrónica, figura un muy querido ejemplar de la serie de libros de creación culinaria de uno de los pilares de la cocina moderna internacional, Juan Mari Arzak. Quien seguramente podamos considerar como el primer cocinero que se tomó tan en serio a sí mismo como jefe de cocina, que como artista y creador.
En su muy recomendado libro "Secretos", encontramos su trato e investigación sobre el uso de la arcilla blanca, Caolín, la que cuece la porcelana más pura, como un ingrediente más con el que trabajar.

                        

Su bombón de arcilla blanca, o la merluza con arcilla, son platos que uno no quisiera perderse, pues con sólo mirar los pasos de preparación, huele ya que alimenta, y quiere uno entregarse a los placeres del dejarse sorprender.

Y eso, el sorprender gratamente, es lo que esperamos seguir haciendo desde vuestro fogón virtual favorito. Aparte de haceros entrar el apetito, esperamos no haberos dejado de piedra, sino de barro.



Hasta la próxima.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Acompañamientos. Hoy: Salsa de setas.

Queridos amigos del fogón...
Gracias por estar ahí, y esperarnos. Volvemos a la carretera plenos de alegría, entusiasmo y satisfacción.


Y para celebrarlo, tengamos en mente una sencilla y muy efectiva receta que les presentamos en este regreso a la periodicidad habitual de este Fogón virtual. Una salsa de setas.
Recuerden, en cocina, como en todo, está todo inventado ya. La creatividad llega en la interpretación.

La receta de hoy llega de la mano de la inspiración de una receta del cocinero televisivo (y mi favorito en la pantalla) Bruno Oteiza. Bueno es citar las fuentes, y en este caso, creo que al cocinero donostiarra no le importará que ni me acuerde de en que receta citaba esta salsa, que fue lo que me llamo la atención, y aquí comparto con vosotros.


Necesitaremos cebollas (a poder ser chalotas, dulces o cualquier tipo que de un aroma especialmente rico y que no sea especialmente fuerte), un variado de setas y/o champiñones (en mi caso, fan del shitake como soy, esta es mi principal aportación a la receta original, solamente con champiñones), un buen vino blanco no de aguja, nata liquida, un diente pequeño de ajo, queso curado, sal y pimienta.


En una cazuela, dependiendo de los comensales podríamos decir que las cantidades serian 100gr de cebolla y setas por cada dos comensales, echamos las setas lavadas, la cebolla no muy picada, y el pequeño diente de ajo laminado. Cubrimos con el vino blanco, y ponemos a cocer en el los ingredientes.

Las posibles futuras variaciones de la receta, sencilla y eficaz a mas no poder, creo que llegarán por aquí, al probar en un futuro con finos, oportos, coñac o cualquier otro aroma, que al final es de lo que se trata, en función de la receta a la que acompañe la salsa y el producto y de si lo querremos mas o menos dulce.


En lo que leéis este ultimo párrafo y os ensoñáis pensando en esas variaciones, el vino ya debería estar hirviendo y espumando, lo que indica que ya esta perdiendo el alcohol suficiente, con lo que bajamos el fuego, y dejamos ligar a fuego menos fuerte un minutejo más.
En ese momento, añadiremos la nata liquida, y moveremos suavemente mientras liga a fuego suave 3 o 5 minutillos.

Acoplamos la sal, y la pimienta, rallamos el queso curado en abundancia, y removemos a fuego suave, hasta que se integre todo.
Pasamos por una batidora, y probamos y rectificamos al gusto, de sal, pimienta o queso.


Y listo. A disfrutar de una salsa que puede acompañar carne o pescado, y que seguro que lo que acompaña es al pan, tanto en barquitos (vivan los barquitos, reivindico desde aquí) como en tostadas.


Un saludo, y nos vemos en los fogones.

lunes, 2 de mayo de 2011

Chuli-Recetas. Hoy: Baileys casero.


Queridos amigos del fogón... y del copichuelismo.
Me presento en estos densos momentos en que no le dedico mucho rato al blog, para dedicaros una poderosa receta que descubrí hace un par de días, y que ardo en deseos de compartir con vosotros.

Directamente extraida la receta del libro "Mis recetas con Thermomix", de Cristina Galiano, y probada en casa del fogonero amigo A.S. paso a desglosaros la receta.
Como podréis imaginar, necesitáis tanto Thermomix como olla express. Ahora bien, echadle ganas y maña, que seguro que investigando tiempos, batidoras y demás, halláis la manera de hacerlo sin estos artilugios del demonio.

Pero, con ellos de nuestro lado, la receta fue así:
1 lata de leche condensada pequeña (370gr); 50gr de chocolate del más puro del lugar; 20gr de café en polvo; 30gr de leche caliente; 350gr de leche entera; 370gr de whisky.
Como sabéis, una de las avanzadas modernidades de la Thermomix, es el hecho de ir pesando cada vez que añadimos un ingrediente -y conste que no es que os quiera vender el artilugio, solo comento-.

Bueno, pues ponemos la lata de leche condensada cerrada en una olla express, con dos vasos de agua. la cerramos, ponemos el fuego y la dejamos media hora. La sacamos con cuidado y la dejamos enfriar. Esto, en si mismo, es otra receta, dado que el hecho de introducir una lata cerrada de leche condensada al baño maría, es una mágica y golosa manera de recibir la grata sorpresa de encontrarse con dulce de leche, al abrir después el tarro. De nada, pues, amigos.

En el vaso de la Thermomix, echamos el chocolate, y pulverizamos a velocidad máxima. Disolvemos el café en los 30g de leche caliente (un par de vueltas en el micro) y lo añadimos al vaso junto a la leche entera, y programamos 2 o 3 minutos en 60º, para disolver el chocolate y lo demás bien disuelto.
Una vez que la lata ya cocida no queme, la añadimos. Unimos el whisky, y mezclamos todo, en velocidad 4, hasta hacer una crema homogénea.

Tras ello, la volcamos a un frasco o botella, y IMPORTANTE siempre lo tendremos en la nevera. Que cuando lleguen los amigotes, esté siempre en su punto. Jejeje.

Y, siempre que lo vayamos a servcir, lo agitamos bien.
Tachán.

Espero que os haya gustado. El caso es que ya tocaba alguna recetilla o artículo con algun digestivo para despues de las recetas fogoneras, ¿no?.
Un abrazo, y hasta la próxima.

Nos vemos en los fogones.

domingo, 27 de marzo de 2011

Referentes. El gran Libro Rojo de la Cocina.

"Quiero que conste que expongo siempre las recetas completas, al aplicarlas luego, cada cual verá si le conviene aligerar o suprimir alguno de sus elementos constitutivos; yo, en ese caso, no me hago solidaria de sus fracasos."
María Mestayer de Echagüe, Marquesa de Parabere y la libertad creativa. "La cocina completa". 1940.

Queridos amigos del Fogón, disculpen estos días de desamparo en el blog pero han sido días muy ajetreados... y así parece que andaré un tiempo, qué se le va a hacer.
Debido al trasiego que os comento, he decidido que este mes ya no tenía mucho sentido dedicárselo temáticamente a ningún producto, puesto que quedan apenas unos dias.

Uno de los mas grandes acontecimientos del siglo en estos días que han pasado fue el cumpleaños de quien os escribe. Mi novia ha tenido a bien regalarme una de las cosas más magníficas que han caído jamás en mis manos en forma de libro. El manual de la cocina completa, de Maria Mestayer de Echagüe, mas conocida como la Marquesa de Parabere, titulo que, en efecto, como os imagináis, le tocó en un bollycao (se adjudicó un título de su tío)...... libro que se encuentra reeditado actualmente en una gran edición tipo facsímil por Espasa.
Ese gran libro rojo atesora no sólo el más vasto compendio de cocina que he visto, sino la capacidad GENIAL de proveer al lector de una poderosa y motivante nostalgia con cada página que se ojea. Multitud de recetas y consejos prácticos, procesos y preparaciones se antojan como el perfecto manual en el que basarse a la hora de enfrentar cualquier tipo de receta, y que esta sirva como base a una futura recreación más personal o creativa, aunque ya habéis visto el riesgo que corréis con esas cosas, según la Marquesa.

Alguno pudiera estar pensando en algo así como "o sea, como tener a tu madre en libro", pero no... quizás sea más bien una abuela en libro... o mejor aún: definitivamente, cualquiera que acceda a los ancestrales saberes que se despliegan en el libro, comprenderá que se encuentra ante una trasposicion o transformación en libro de lo que se viene a llamar una tia-abuela. Y el que las tuviera "de posibles y algo estirada" así me la imagino yo.
Es totalmente enternecedor no sólo ya averiguar la historia y legado de esta mujer, y de la que espero que se haga algún día un buen peliculón, que ya que el cine español sigue rodando la mitad de su producción basada en la Guerra Civil, por lo menos que nos cuenten historias curiosas e interesantes que no sabíamos y que coinciden en el tiempo y sus vicisitudes.

Como os aconsejo a rabiar que os hagáis con un ejemplar, no os daré mas la barrila, sin antes advertidos que seguramente iré desglosandoos mantras magníficos cada cierto tiempo, para que aprendáis a comer y a comportaros como Dios manda y la Marquesa aconseja, que ya os vale.

Os veo en los Fogones.

martes, 1 de marzo de 2011

Fogonazos. Dos salsas facilonas y triunfadoras.

Acaba el mes de la sopa, pensando en si llamarle la atención al amigo Hrundi, no por su escasa participación activa en la Liga (excusada esta vez por enfermedad y estado febril) sino precisamente por ello, por no haber aprovechado el tiempo de enfermedad y colgar las mejores y más famosas sopas de la Humanidad: las de cuando se está malito y en cama... Pero como veis, a lo hecho pecho, y a Hrundi, como a todos los buenos amigos, se le perdona todo.
Aquí me tenéis, raudo a prestaros unas recetillas de elementos a veces indispensables en la cocina, y que no siempre se tienen a mano: las salsas.
En concreto, os hablaré de dos de mis salsas más probadas y famosas. La de yogur y la melosa. En principio están pensadas para carne, pero la de yogur es muy válida para un salmón a la plancha o un lomo de atún, por ejemplo.
Lo que si veréis es que, un ingrediente como una buena mostaza, que en este caso se usa en las dos salsas, no molestan en la nevera. Estad preparados.

La salsa "melosa", se prepara 5 minutos antes de servir el plato. Consta de: mostaza francesa de Dijon (sea con granos, o más cremosa), salsa de soja y miel.
No creo que haga falta que diga que la mostaza en cuestión la podéis encontrar en cualquier supermercado, pero lo hago.

La cuestión es mezclar en un bol templado (dadle 3 vueltas al microondas) la miel y la mostaza, a partes iguales según cantidad de comensales, e ir añadiendo después la salsa de soja y removerlo para ligar bien.
Lo ideal es que quede una textura algo melosa, y en mi caso personal, la rectifico siempre con más miel, para conseguir mejor textura y que no quede muy fuerte de mostaza.
Es una receta ideal para rebozados y carnes algo secas pero sabrosas. En mi Fogón se prepara generalmente acompañando a una celebrada sencillez que algún día compartiré, que es mi pollo crujiente, y que sirvo en un cuenquito individual junto a las porciones de pollo para ir mojando.

Salsa de yogur.
Típica salsa que puede convertir un plato de "lo que hay, que pa' eso es fin de mes" en un estruendoso "¡Jo, tío/a, cómo te lo curras!"... E incluso si también ibas con antelación, claro está.
En este caso, la salsa se sirve junto a la carne que acompaña, pues se hace en el último instante en la sartén. Cuando estemos a punto de retirar de la plancha o sartén las piezas de carne o pescado (ojo, es importante que haya el aceite justito de haber hecho plancha, no más) añadimos un par de cucharadas de postre de mostaza -en este caso si se agradece la de grano gordo- y un buen yogur natural, y doblar las cantidades si nos gusta jugar al hundir la flota con los barquitos de pan en las salsas.
Dos opciones, añado: o se retira la carne y se hace la salsa en los restos de la sartén, si se quiere presentar como filete con guarnición y salsa aparte. O también, como se ha indicado, se presenta todo unido, habiendo aprovechado el último momento de la carne para preparar la salsa.
En cualquier caso, habrá que bajar un poco el fuego, e ir ligando sin parar de remover, los ingredientes de la salsa.

Ya me diréis si os han gustado y si las probáis, pasaos a comentar.
Nos vemos en los fogones.

jueves, 17 de febrero de 2011

Un momento para el recuerdo. Santi Santamaría.

El gran y reconocido chef Santi Santamaría nos ha dejado sorpresivamente.
La verdad, no me hace falta haber estado en Can Fabes o degustado sus creaciones en sus otros restaurantes (pues todavía no he tenido la suerte de ello) para que desde la Liga del Fogón haga extensivo el sentimiento tanto de obvia condolencia, como de lo irreparable de su pérdida para la gastronomía española que supone su desaparición, pese a que su legado continúe en sus establecimientos.
Hoy en día, es de agradecer el nivel de reconocimiento de la cocina española en el mundo. No creo que haya nada malo en que algo tan ancestral como la cocina y tan esencial como la gastronomía -ciencia elemental donde las haya- goce de la atención de la que lo hace hoy en día. Y en esto, España se encuentra en su "Siglo de Oro". En ello, podemos estar seguros que Santamaría tuvo algo que ver.
Cualquier bar de barrio o tasca que os encontréis, y notéis que empieza a servir algo más allá de la cinta de lomo en montado, o el pincho moruno (ojo, sin demonizar esto, que no voy por ahí) y que hoy en día ofrezca algo de creación y sabor junto a sus grifos y demás artes del beber... Eso, se lo debemos entre otros al Sr. Santamaría.
Arzak, Arguiñano, Berasategui, Subijana, Adriá, Jose Andrés, Arola, Ruscalleda... y otros tantos, incluido el personaje al que dedicamos el recuerdo, no cabe duda que algún día no muy lejano se estudiarán con justicia al igual que se estudian hoy los poetas de la generación del 27 en los Institutos.
Quién trabajó en los fogones de modo tradicional, quién experimentó con los productos de su tierra, quién desarrolló e implementó las técnicas ancestralmente conocidas, o quién desarrolló su trabajo creativo al nivel de exigencia artística pese a tratarse de fogones... Eso, si no se estudia, estaremos cometiendo un grave error. Además, es un estudio que podremos probar y degustar, cosa que no sucede con los poetas, si me permitís el inciso humorístico.
Es por ello, que desde la Liga del Fogón, queremos retirar un momento del fuego la sartén para dedicarle este homenaje a Santi Santamaría. Descanse en paz.
Nos vemos en los fogones.

martes, 15 de febrero de 2011

Mes de de la Sopa. Hoy: Sopa de Cardos

Hola de nuevo, amigos del Fogón. Continuamos con nuestro mes temático dedicado a las sopas, y qué mejor que compartir una sabrosísima receta para estos invernales fríos que vuelven a hacer entrada.

La receta que os planteo es probada variación personal de una rica receta que hace mi madre (ay, madres de España, cuántas estrellas Michelin se os deben...) y que ha sido ya celebrada por mis invitados en múltiples ocasiones.
En la cosa esta del cocinar, todo es ir probando, pensando en variar, y probando las variaciones... Así que, yo os planteo hoy esta receta desde un punto de vista fácil, accesible y económico, sin que el resultado se vea lastrado por ello.

Bueno, lo suyo para 4-5 personas es hacerse con un bote de cardo troceado y cocido, una buena cebolla, setas y/o champiñones al gusto (unos 200gr.) unos 200 gr también de bacon o panceta troceadita, una lata de tomate triturado -si es concentrado, usaremos media latita- aceite de oliva, harina, pimentón y una olla. Si es express, mejor para vosotros.
Cubrimos el fondo de la olla con un buen aceite de oliva, y doramos un par de dientes de ajo cortados en láminas, o como guste en tu casa. Cuando gorgoteen los ajos, añadimos la cebolla cortada en cuadros. Después incorporaremos las tiras de bacon o pancita. Cuando esto deje de crujir y se dore, agregamos las setas o champiñones bien escurridos.

Una vez salteados estos ingredientes, incorporamos los cardos, si bien los hemos escurrido previamente y guardado su agua para después. Añadimos una cucharada de pimentón dulce, o media de picante, bajamos el fuego a media fuerza y removemos bien. Hacemos lo mismo con una cucharada sopera y rasa de harina, y removemos a fuego medio hasta que ligue bien.
En ese instante, incorporamos la lata de tomate, y removiendo de vez en cuando, dejamos unos 10 minutos ligando todo a fuego medio.

Es el momento entonces de añadir el agua de los cardos, de las setas si eran de tarro, y añadir agua a la olla hasta cubrir los cardos y demás ingredientes y a ojo de buen cubero, añadir agua suficiente, según la olla, para las raciones que hemos planteado de sopa. Le dais un buen meneo a todo, y dejáis cocer la sopa tapadita. Esto supone unos 5-10 minutos en una olla express desde que la oigáis "suspirar", o unos 20 minutillos desde que hierva si la olla es normal.

Y a disfrutar, ya me diréis que tal os ha ido. Mi madre, entre otras diferencias, le añade piñones, pero cada cual es cada cual.
Nos vemos en los fogones.